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lunes, julio 19, 2010

El Dep. Cuenca es un imán de juveniles

Hace un año y medio, Steward Vásquez dejó a su familia y amigos en Santa Rosa (El Oro) para probar suerte en el fútbol. Llegó a las divisiones menores del Deportivo Cuenca con la ilusión de seguir los pasos de sus coterráneos Édison Preciado y Holger Matamoros, quienes se afianzaron como futbolistas profesionales.

Preciado es delantero de El Nacional y Matamoros juega como volante del ‘Expreso Austral’. Ellos, en el 2001, fueron los primeros orenses que llegaron a la capital azuaya. Ambos son, ahora, el espejo en donde se miran unos 30 jugadores de El Oro, Guayas, Esmeraldas, Latacunga y Loja.

Vásquez recuerda que en sus primeros días en Cuenca, el mismo Preciado le ayudó con dinero para que pudiera trasladarse a las prácticas. Matamoros le regaló un par de zapatos de fútbol.

“Ellos vivieron las mismas o peores penurias que nosotros. Siempre están pendientes de los jugadores orenses”, dice Vásquez.

Este futbolista de 18 años, apodado el ‘Pollo’, es el más extrovertido del grupo. Pone sobrenombres a sus compañeros y es uno de los 14 jugadores que se alojan en una vivienda arrendada por el club para los juveniles, ubicada en el sector del Hospital Vicente Corral Moscoso. Los otros viven con sus parientes.

En cada habitación (piso de madera y tumbado de estuco), hay una litera y un televisor. En los rincones aparecen cajas de cartón utilizadas para colocar su ropa, zapatos y otras pertenencias. La dirigencia también cubre la alimentación y les entrega viáticos de USD 40 al mes a cada uno.

El restaurante Las Cabañas, en donde se alimentan los deportistas, está a tres cuadras de la residencia. Allí son atendidos por Fabricio Nicolalde, propietario del local, conocido por los jugadores como ‘Don Nico’. Durante el desayuno, el almuerzo y la merienda se hacen bromas.

Según Paúl Vélez, ex técnico del equipo principal del Deportivo Cuenca, son muchachos que se esfuerzan por salir de la pobreza. “Acá sufren, pero pasan menos hambre que en sus ciudades”.

Destaca que el club azuayo es una vitrina para quienes quieren llegar al profesionalismo.

Cada novato tiene una historia diferente, pero todos apuntan por un mismo objetivo: ser profesional. Para hacer realidad ese sueño, están conscientes que deben soportar momentos difíciles y regirse a la disciplina del club. De lo contrario, pudieran quedarse en medio camino.

Un delantero que admira a Ronaldo y a Ronaldinho


Un par de zapatos blancos con franjas rojas es lo más valioso que posee Mario Barrionuevo en su pequeña habitación. Ese regalo de su hermana María José Zambrano, quien vive en Guayaquil, lo guarda debajo de la litera.

Acaricia los zapatos y, con alegría, recuerda que los estrenó con un gol decisivo ante Barcelona. El pasado 24 de abril, en el juego por la duodécima fecha del Torneo Nacional Sub 18, Deportivo Cuenca empataba de local 2-2, con la presencia de unos 20 000 espectadores.

A los 86 minutos, el delantero esmeraldeño sacó un potente remate con pierna derecha y desequilibró el marcador: 3-2. El gol desató la euforia en el estadio Alejandro Serrano. Esa anotación se la dedicó a su hermana, como agradecimiento a los botines Adidas F50 que le permiten iniciar su carrera en el Cuenca.

Barrionuevo es un soñador. En la pared de su cuarto de dos metros de ancho por tres de largo están pegadas fotos del portugués Cristiano Ronaldo y de los brasileños Ronaldihno, Ronaldo y Romario. También sobresale un recorte de prensa con la foto del ecuatoriano Antonio Valencia.

Sin vacilar sostiene que, en la cancha, quiere ser como ellos. Con esa ilusión llegó a Cuenca, con conciencia de las limitaciones y angustias que debía soportar fuera de su hogar. Su primer objetivo es llegar al equipo profesional del Deportivo Cuenca.

Barrionuevo, quien llegó al club cuencano en marzo, comparte la habitación con su compañero de equipo Sub 18, Carlos Jaramillo (arquero), oriundo de Machala. Ambos extrañan a sus familiares. Sus padres les envían frutas, ropa y dinero, entre USD 30 y 40.

Los Valdivieso juegan para ayudar a sus padres

En la segunda planta de un edificio de tres pisos, ubicado en el sector de El Arenal (al sur de Cuenca), viven los hermanos José (21 años), Danny (16) y Darwin Valdivieso (14). El primero ya forma parte del equipo profesional del Cuenca; los otros juegan en las categorías Sub 16 y 14.

José y Danny están desde enero pasado en ese departamento. Hay dos dormitorios, una cocina, un comedor y una lavandería. Tienen lo básico para vivir. Una pequeña cocina eléctrica sirve para preparar los alimentos, especialmente el desayuno y la merienda. El almuerzo, normalmente, se lo sirven afuera.

José aprendió a cocinar durante su permanencia en Argentina y Chile, que fue entre el 2005 y el 2008. Jugó en las inferiores de la escuela Renato Cesarini, en Independiente de Avellaneda y Atlético Tucumán. Además, estuvo en Universidad de Chile. En esos clubes ganaba USD 800, más alimentación y hospedaje.

El mayor de los Valdivieso cuenta que el DT argentino Salvador Capitano, quien hasta el 2008 era su representante, lo llevó por canchas argentinas y chilenas. El volante se lamenta porque pasó una prueba en el plantel profesional de Liga de Quito, pero la dirigencia no arregló con Capitano.

José retornó a Machala para jugar seis meses en el club Fuerza Amarilla, dueño de sus derechos deportivos. Quedó campeón de Segunda categoría y recibió su carta pase libre. En agosto del 2009 se probó en el ‘Expreso Austral’ y fue aprobado por el DT de entonces, Guillermo Duró.

Los dos primeros meses no tuvo dónde dormir. Luego, recibió la ayuda de su coterráneo John García. Tiene 10 partidos en Primera categoría. Incluso estuvo entre los alternos para la Libertadores.

Su meta es consolidarse como titular para jugar en el exterior. Su sueño es que su padre deje de trabajar en la agricultura y que su madre ya no vaya al mercado central de Machala, en donde tiene un negocio. Quiere comprarles una vivienda.

José también es el consejero de sus hermanos Danny y Darwin. Su mensaje es que “para lograr la meta de ser exitosos profesionales hay que hacer el doble del resto: trabajar y trabajar”.

Los primos orenses que estudian y juegan en Cuenca


José Villón y Bryan Suárez, oriundos de Puerto Bolívar, sufren menos incomodidades que sus compañeros de la categoría Sub 16 del ‘Expreso Austral’. Ambos viven con el volante del equipo profesional del ‘Expreso Austral’, John García, quien paga de su bolsillo el arriendo de un cómodo departamento.

García es hermano de la madre de Villón. Bryan Suárez, a su vez, primo de Villón y García. Así, todo queda en familia. En la sala sobresale un plasma de 42 pulgadas y dos bicicletas estáticas. En la habitación de Villón y Suárez, que son alumnos del colegio César Dávila, hay un PlayStation. Se distraen en sus pocas horas libres y ahora en vacaciones.

El trajín de ser estudiantes y futbolistas es ajetreado. Se despiertan a las 06:00, desayunan y se dirigen al colegio. Tienen clases de 07:10 a 13:30. A las 14:15 llegan al departamento, almuerzan y salen para tomar un bus de la línea 28 que los conduce al Cuartel Dávalos, lugar de entrenamientos de los juveniles morlacos.

Retornan al departamento, ubicado en el sector de El Ejido, pasadas las 19:00. Meriendan y de inmediato se dedican a los deberes. Cuando tienen bastantes tareas se acuestan cerca de las 23:00. Coinciden en opinar que su es un sacrificio que hacen para tener otra profesión aparte del fútbol.
José y Bryan aprobaron el cuarto año de Físico Matemático, aunque el primero tuvo que asistir a los exámenes supletorios de Matemáticas y Computación. Villón juega dos años en Dep. Cuenca; mientras Suárez lo hace desde inicios de la presente temporada.


Un arquero lojano que admira a Dreer y a Casillas

Hamilton Piedra llegó a Cuenca en el 2005, cuando tenía 12 años. Lo hizo con sus seis hermanos y su madre, Luisa Ordóñez, quien en ese entonces decidió separarse del padre de sus hijos. En la actualidad, Hamilton tiene 17 años y es arquero titular de la Sub 18 del Deportivo Cuenca.

Un viento helado sopla en la cancha del Cuartel Dávalos, al noreste de Cuenca, lugar de prácticas. Allí, el portero lojano se distingue por su contextura delgada y sus ágiles voladas. Su adiestrador, Diego Idrovo, le exige seguridad al momento de agarrar el balón y precisión en los saques.

Tras 150 minutos de entrenamiento (y otros 30 de recorrer en bus), Piedra llega a la vivienda de propiedad de su abuela, Vicenta Pineda. Está ubicada en el sector Colinas del Paraíso, en donde su progenitora está pendiente de su arribo. Siempre lo recibe con un café caliente y un pan.

Después, su madre pone en la mesa una sopa de nabos con papas. Hamilton frunce el ceño, mueve la comida con la cuchara y la prueba como si fuera purgante. Sin secretos, Ordóñez cuenta que a su hijo no le gusta la sopa. Prefiere golosinas y comida chatarra.

El golero, de 1,77 metros de estatura ganó notoriedad hace dos meses, cuando atajó un penal en la final del Intercolegial de Fútbol. El colegio César Dávila, en el cual cursa el quinto año de Físico Matemático, obtuvo el título. Piedra, admirador del argentino Esteban Dreer y del español Íker Casillas, tiene los recortes de prensa que destacan su labor

Su hermano, Diego Piedra (23 años), quien fue arquero de los equipos Sub 15 y 16 de Liga de Loja, considera que su hermano tiene condiciones para ser un futbolista profesional. Hamilton Piedra fue convocado al plantel de Primera categoría del Cuenca, donde Dreer es el titular.

Fuente: elcomercio.com
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